sábado, 18 de junio de 2011

Flexibilidad mental del empresariado

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La reciente ruptura de las negociaciones entre patronal y sindicatos para la reforma de la negociación colectiva ha obligado al Gobierno español a tener que reformar por decreto, lo que unido a la previsión de una victoria del Partido Popular en las elecciones generales quizás provoque lo que 4 años de crisis no han conseguido: movilizaciones en la calle y alguna que otra huelga general del estilo de Grecia.
Una de las propuestas que presentaba la CEOE en las conversaciones se refería a la mejora de la flexibilidad laboral en las empresas, es decir, que el mercado laboral deje de estar tan encorsetado y que haya mas libertad por parte del empresario en organizar su empresa al modo y manera mas apropiado, según requiera el mercado o su capacidad económica.
Al hilo de este “flexible” asunto he caído en la cuenta de que si los empresarios tuvieran la misma flexibilidad mental en materia de contratación de personas con discapacidad, que la que ellos piden al mercado laboral, seguramente otro gallo nos cantaría a los discapacitados, y a las vergonzosas cifras de desempleo que nuestro colectivo padece, se verían un tanto aliviadas.
Me estoy refiriendo a algo de lo que vengo quejándome casi desde el principio de los tiempos. Un empresario que publica una oferta de trabajo recibe multitud de currículos, entre ellos, con bastante probabilidad, el de alguna persona con discapacidad. Estoy convencido de que en un altísimo porcentaje esos currículos son directamente desechados por la falsa y equivocada idea de que un discapacitado no puede ser útil en una empresa y muchísimo menos trabajar a un nivel productivo adecuado en su jornada laboral.
Baso esa hipótesis en que cuando trabajaba en el CERMI-La Rioja recibí la orden de que al recibir algún currículum, fueran a la maquina trituradora de papel todos aquellos que fueran de personas sin discapacidad.

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Los empresarios deben comprender:

Que los discapacitados nos hemos formado, argumento que daban inicialmente para no contratarnos.

Que sabemos hacer el trabajo para el que competimos con otros candidatos, no pedimos discriminación positiva aunque nos la dan, llegara un tiempo en el que la sociedad este tan normalizada que cualquier tipo de discriminación sea impensable.

Que la diversidad enriquece en todos los sentidos, una empresa se nutre de las experiencias y conocimientos de todos aquellos que la integran, y si un discapacitado esta acostumbrado a enfrentarse día a día con una y mil trabas en su quehacer diario, ese bagaje le acompaña también a su trabajo y esto beneficia a su entorno laboral ya que no se rendirá fácilmente ante los desafíos y situaciones inesperadas que un trabajo conlleva.

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Es una labor que nos compete a todos.

A las administraciones mediante la realización de campañas de sensibilización, informativas, de buenas prácticas que acerquen al empresario la realidad social de la discapacidad y deje de verla con miedo y reticencia ante un supuesto aumento de costes fijos y una baja productividad.

A las organizaciones empresariales, que de la mano de otras entidades de personas con discapacidad inculquen en sus asociados las ventajas de todo tipo (sociales, económicas, tributarias, cotizantes, etc…) que genera la contratación de discapacitados, que sean conscientes de las ayudas que existen para nuestra contratación en relación a nuestros sueldos, cotizaciones y adaptación al puesto de trabajo.

A los propios discapacitados, dejando atrás ese victimismo y entreguismo que nos hace olvidarnos de la búsqueda de empleo y asumir que con la pensión llegamos a fin de mes estupendamente. Si queremos que el sistema funcione, y tener derecho a la queja, a la critica y la reivindicación, debemos integrarnos en el, formar parte de sus engranajes y encontrar nuestro sitio en el siempre complicado mundo laboral.

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